Al puro estilo Nicaragua, Venezuela… y ahora, ¿Honduras?

Nacionales

El dirigente del partido Libertad y Refundación (Libre), Miguel Briceño, sacó los guantes de boxeo revolucionarios y arremetió con todo contra la Confraternidad Evangélica de Honduras (CEH) y su presidente, el pastor Gerardo Irías. ¿El pecado del pastor? Atreverse a decir en voz alta lo que muchos murmuran en los bancos de las iglesias: que Libre llegó como un “mal necesario” y terminó convertido en carcoma política.

El comentario no cayó nada bien entre los soldados de la refundación. Desde su cuenta en X, Briceño se convirtió en predicador de fuego y azufre… pero del otro bando:
“¿Ahora entienden? Aquí está la verdad. El presidente de la Confraternidad Evangélica ataca a Libre. Hoy más que nunca iremos los colectivos a la caminata POLÍTICA. ¡Exigimos respeto! ¡Suspensión de la personería jurídica a la CEH y a la iglesia del mercenario de la fe!”

Sí, lo leyó bien: el dirigente pidió borrar del mapa jurídico a una organización religiosa que osó decir que darle poder a un pobre sin visión “es lo más triste que hay”… Aunque lo más triste parece ser ver cómo se va perdiendo el norte democrático con una facilidad que ni el GPS del CNE logra ubicar.
Pero para entender este “drama pentecostal-bolivariano”, hay que mirar un poco más al sur:

• En Nicaragua, el régimen de Ortega ha cancelado la personería jurídica de más de 86 iglesias y organizaciones cristianas, confiscado propiedades, y hasta les quiere cobrar impuestos por el diezmo.
• En Venezuela, el modelo del “Estado único, verdad única, ideología única” también persigue púlpitos que no repiten el mismo evangelio bolivariano.
• Y en Cuba, mejor ni hablamos: ahí rezar por la libertad puede ser considerado contrarrevolución.

Ahora, Miguel Briceño parece querer importar ese manual de intolerancia a la catracha. “¿No estás con nosotros? ¡Te cerramos el templo!” es el nuevo versículo apócrifo del evangelio refundacional.

El pastor Irías, por su parte, no ha desmentido sus palabras. Y con razón. Dijo que la izquierda carcome como comején, y que muchos de los que hoy gritan revolución, llegaron al poder sin entender ni siquiera cómo funciona un semáforo… o una economía.

Mientras tanto, la comunidad evangélica —que históricamente ha sido uno de los pilares morales y sociales del país— ahora se ve amenazada por la furia ideológica de quienes prometieron libertad, pero parecen estar probando el sabor tentador del autoritarismo tropical.

Con la vara que estás midiendo, Miguel, pronto tendrás que pedirle también la renuncia a Dios por no votar por Libre. Y si siguen por ese camino, que vayan preparando la refundación del cielo… porque el infierno ya está lleno de líderes que quisieron callar iglesias para no escuchar las verdades que arden más que el juicio final.

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