Catacamas: una ciudad sitiada por la violencia mientras el gobierno insiste en su estrategia de seguridad

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Catacamas, Olancho – El temor y la incertidumbre se han apoderado de la cuna política de la familia presidencial Zelaya-Castro. Durante el fin de semana, siete personas fueron asesinadas y una decena resultaron heridas, a pesar de la llegada de más de 100 efectivos policiales a la ciudad para intentar contener la crisis de seguridad.

Desde el viernes, la violencia escaló con una masacre en un expendio de bebidas alcohólicas que dejó cuatro muertos. Al día siguiente, otro ataque cobró la vida de dos personas en un lugar similar, y en la misma noche se registró un tercer atentado en una cantina, dejando varios heridos.

A pesar del despliegue de unidades policiales y vehículos blindados, el domingo se sumó una nueva víctima a la ola de homicidios.

La situación se desarrolla bajo el estado de excepción, una medida que el gobierno ha prolongado a pesar de las críticas sobre su efectividad. Mientras el Ejecutivo mantiene su discurso de combate al crimen, los datos reflejan una realidad distinta: Olancho ha registrado más de 20 muertes violentas y al menos ocho desapariciones en enero, entre ellas seis mujeres asesinadas.

Medidas urgentes y temor ciudadano

Ante la crisis, la Municipalidad de Catacamas y Santa María del Real ordenaron el cierre de bares, cantinas y expendios de bebidas alcohólicas, al identificarse estos lugares como escenarios recurrentes de violencia.

La Universidad Nacional de Agricultura (UNAG) también implementó restricciones, prohibiendo la salida de estudiantes del campus universitario para “salvaguardar la integridad de la comunidad estudiantil”.

Mientras tanto, la presencia militar y policial se ha reforzado con 120 nuevos efectivos, vehículos blindados y allanamientos en zonas identificadas como focos de criminalidad. Sin embargo, la población sigue resguardada en sus hogares, saliendo solo por necesidad ante el miedo latente.

La iglesia alza la voz y la política sigue su curso

En medio del caos, el arzobispo de San Pedro Sula, Miguel Lenihan, instó a la oración por el departamento de Olancho y su obispo, Marcio Bonel, pidiendo por la paz en una tierra sumida en el conflicto. “La violencia es contra la voluntad de Dios”, expresó el religioso, mientras la iglesia intenta ser un punto de reflexión en un panorama de desesperanza.

Pese a la crisis, la política no se detiene. La ministra de Defensa y precandidata presidencial de Libre, Rixi Moncada, tiene programadas concentraciones en Catacamas y Juticalpa el próximo fin de semana.

La agenda electoral sigue adelante, incluso en el mismo escenario donde, a inicios de 2024, la presidenta Xiomara Castro y Manuel Zelaya oficializaron la precandidatura de Moncada.

¿Seguridad o estrategia fallida?

El recrudecimiento de la violencia en Catacamas pone en entredicho la estrategia de seguridad del gobierno, que insiste en la militarización como única respuesta. Sin embargo, el despliegue policial, lejos de calmar a la población, ha evidenciado que la crisis está lejos de resolverse.

Mientras las calles se vacían y el miedo persiste, la pregunta sigue en el aire: ¿cuánto más puede resistir una ciudad sitiada por el crimen y la impunidad?