Olanchito, Yoro. Hace más de cuatro décadas, un grupo de ciudadanos visionarios se reunió en los salones del Club SAGO, sin imaginar que aquel dia marcaría el inicio de uno de los movimientos de servicio más influyentes en la historia de la ciudad: el Club Rotario de Olanchito.

Corría el año 1983 cuando, con la guía y el respaldo de rotarios ceibeños, se dio la primera inducción oficial de lo que sería el naciente club. Entre fotografías en sepia y recuerdos compartidos, hoy desempolvamos del baúl de la memoria esa imagen histórica: un grupo de hombres y mujeres reunidos, no por ambición política ni intereses personales, sino por un compromiso sincero con el servicio a los demás.
En la imagen aparecen figuras emblemáticas como Juan Fernando Ávila, Filena Quezada, Miriam de Quezada, Alejandrina de Ramos, Rafael Ramos, Isabela de Quezada, Jardel Quezada y Nilin Moya. Sentados, se reconocen también Vicente Carrión, Marel Medina, Orlin Cruz, Epaminondas Quezada, Juan Ramón Ramos y Wilfredo Sosa, acompañados por tres rotarios provenientes de La Ceiba, quienes compartieron el ideal rotario: “Dar de sí antes de pensar en sí”.
Desde entonces, el Club Rotario ha sido protagonista silencioso de incontables transformaciones sociales, canalizando millones de lempiras en proyectos que han llevado esperanza a las comunidades más necesitadas de Olanchito.
Agua potable, saneamiento, salud, educación, vivienda, ayuda humanitaria y fortalecimiento institucional son solo algunas de las huellas que esta organización ha dejado en más de 42 años de labor ininterrumpida.
Una segunda imagen que acompaña este recorrido visual nos remonta a los inicios de los proyectos en campo: la instalación de un pozo de agua en la comunidad de Barranco, uno de los primeros logros tangibles del club.

En la fotografía se observa a Arnaldo Miranda, Adalberto Paz Arita, Juan Ramón Ramos, Orlin Cruz y Miguel Ángel Figueroa, rodeados de vecinos agradecidos que, por primera vez, veían salir agua limpia y constante en su comunidad.
Hoy, el Club Rotario de Olanchito sigue vigente, activo y comprometido. No solo como una institución de servicio, sino como símbolo de unidad, amistad y compromiso social. En tiempos donde el individualismo parece ganar terreno, mirar hacia atrás y recordar el nacimiento de este movimiento solidario es también una forma de inspirar el futuro.
Porque servir, cuando se hace desde el corazón, deja una huella que el tiempo no borra.