Tallahassee, Florida – Estados Unidos, una nación que emergió gracias al sudor, la esperanza y la lucha de migrantes europeos, asiáticos y latinoamericanos, parece haber olvidado sus raíces. El país que en su historia acogió a millones en busca de una vida mejor, hoy escribe un nuevo capítulo marcado por el miedo y la persecución.

En la capital del estado de Florida, al menos 30 migrantes fueron detenidos ayer en una redada liderada por agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE). Los trabajadores, entre ellos varios hondureños, estaban en plena jornada laboral en un proyecto de construcción cuando fueron sorprendidos y esposados sin previo aviso.
El operativo forma parte de una serie de redadas masivas que han generado una ola de terror entre las comunidades migrantes del estado. Desde hace días, familias enteras viven bajo la sombra del temor: padres que no regresan a casa, madres que evitan salir a comprar comida, y niños que crecen con el miedo de perderlo todo en un instante.
Esta política de deportaciones agresivas, impulsada por el expresidente Donald Trump, ha provocado ya el retorno forzoso de miles de migrantes a sus países de origen, muchos de ellos con años de residencia y trabajo en Estados Unidos.
A pesar de los cambios en la administración presidencial, las secuelas de esas medidas aún se sienten en regiones como Florida, donde los operativos continúan.
Históricamente, Estados Unidos fue forjado por la migración. Desde los irlandeses que levantaron las primeras vías férreas, hasta los chinos que construyeron el ferrocarril transcontinental; desde los italianos que poblaron Nueva York, hasta los hondureños, mexicanos y centroamericanos que hoy sostienen los campos, las cocinas, las obras de construcción y el cuidado de los mayores.
Cada comunidad migrante ha dejado una huella en el crecimiento del país.
Sin embargo, el trato actual hacia quienes buscan el llamado “sueño americano” contrasta con esos ideales fundacionales. Activistas por los derechos humanos denuncian que este nuevo enfoque migratorio está criminalizando la necesidad, dividiendo familias y borrando del discurso nacional el valioso aporte de los migrantes a la economía y la cultura estadounidense.
Mientras tanto, en Tallahassee y otras ciudades de Florida, cientos de migrantes viven un presente incierto, con la esperanza de que el país que una vez abrió sus puertas vuelva a reconocerlos no como amenazas, sino como parte esencial de su historia y su futuro.