El capo Devis Leonel Rivera Maradiaga, una figura ominosa en el panorama del crimen organizado, ha sacudido los cimientos judiciales en el juicio contra el expresidente Juan Orlando Hernández. Sus confesiones, desprovistas de remordimiento, arrojan luz sobre una red de corrupción y crimen que ha permeado las esferas políticas y sociales de Honduras.
Desde su estrado en la sala número 26 de la Corte del Distrito Sur de Manhattan, Rivera Maradiaga ha delineado un panorama sombrío de su trayectoria criminal. A lo largo de más de dos décadas, él y su hermano Javier lideraron un cartel que traficaba cocaína desde Colombia y Venezuela hacia los Estados Unidos, convirtiendo a Honduras en un eslabón crucial en esta siniestra cadena del narcotráfico.
En su testimonio, el capo ha destapado vínculos corruptos entre el crimen organizado y las altas esferas del poder político hondureño. Reveló sobornos millonarios dirigidos al expresidente Juan Orlando Hernández y a su círculo íntimo, incluyendo a su hermana Hilda Hernández y a su hermano Juan Antonio “Tony” Hernández. Estos pagos, afirma Rivera Maradiaga, garantizaban protección y favores políticos para sus actividades ilícitas.
La colaboración de los Rivera Maradiaga con la DEA y su posterior entrega a las autoridades estadounidenses en 2015 revelan una compleja trama de negociaciones y acuerdos con las fuerzas del orden. Documentos muestran cómo los líderes del cartel, acorralados por las investigaciones y la confiscación de sus bienes, buscaron una salida colaborativa con la justicia.
El testimonio del capo también arroja luz sobre la corrupción sistémica que ha permeado la política hondureña. Nombres como Fredy Nájera, Oscar Nájera y Fabio Lobo, hijo del exmandatario Porfirio Lobo, han sido mencionados en sus declaraciones como receptores de sobornos y cómplices en sus actividades ilícitas.
La presencia imponente de Devis Leonel Rivera Maradiaga en la corte, ataviado con un traje de presidiario y un semblante amenazante, contrasta con la revelación descarnada de sus actividades criminales. Sus revelaciones, aunque escalofriantes, apuntan hacia una rendición de cuentas largamente esperada en el país centroamericano.
A medida que el juicio avanza, el testimonio del capo es un recordatorio sombrío de la intersección entre el crimen organizado y el poder político, y el desafío continuo de Honduras para enfrentar la corrupción y la impunidad que han plagado su historia reciente.