En las tranquillas calles de Olanchito, un domingo de Resurrección traía consigo la promesa de renacimiento y esperanza para la feligresía católica del municipio. Desde las primeras luces del alba, el repicar de las campanas de la iglesia principal anunciaba el inicio de una jornada llena de devoción y fervor religioso.
Con paso firme y corazones rebosantes de fe, los habitantes de Olanchito se dirigían hacia el templo, donde les aguardaba una liturgia especial para conmemorar la resurrección de Jesucristo. Las bancas de madera se llenaron de fieles vestidos con sus mejores galas, algunos llevando consigo ramos de flores y otros portando velas encendidas como símbolo de la luz que había vencido a las tinieblas.
El aroma del incienso impregnaba el aire mientras el Padre pronunciaba las sagradas palabras del Evangelio, narrando la historia de la resurrección con una solemnidad que tocaba el alma de los presentes. Las voces del coro resonaban en la templo principal, elevando cánticos de alabanza que hacían vibrar los corazones de la congregación.
La misa mas que especial porque iniciaba la pascua reunia a mas de una veintena de niños que juntos recibian el sacramento del bautismo.
Asi se dio inicio al Tiempo Pascual, período litúrgico de cincuenta días en los que la Iglesia Católica celebra la cúspide de la obra de la salvación: la Resurrección de Cristo, el Señor. El Tiempo Pascual -conocido también como “Cincuentena Pascual” y que concluye con la Solemnidad de Pentecostés.
Simultáneamente, ayer también comenzó la Octava de Pascua, primera semana de la Cincuentena Pascual. La Octava de Pascua, como sugiere el propio nombre, equivale al periodo de ocho días continuos en los que se celebra la Resurrección de Cristo. Lo hermoso de estos ocho días -de domingo a domingo- radica en que deben ser vividos como si fueran “un solo día”. Se trata, pues, de un “largo domingo” o “gran domingo” en el que el júbilo por Cristo vuelto a la vida se prolonga con la misma intensidad con que se vive el Domingo de Resurrección.
Y así, en Olanchito, el Domingo de Resurrección se convirtió en una jornada de profunda alegría y renovación espiritual, marcada por la participación ferviente y comprometida de la feligresía católica del municipio.