Honduras pierde la batalla contra una plaga LA LANGOSTA

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La plaga de langosta centroamericana se expande del Valle del Aguán hacia La Masica

En los cielos del Valle del Aguán, las nubes ya no anuncian lluvia, sino un enjambre. Millones de langostas centroamericanasSchistocerca piceifrons piceifrons— continúan avanzando sin control, devorando todo a su paso: pastos, maíz, frijoles y árboles jóvenes.

Lo que comenzó como una alerta localizada en los municipios de Olanchito y Arenal, hoy se ha convertido en una amenaza regional que cruzó la cordillera de Nombre de Dios y ya alcanzó el municipio de La Masica, en el departamento de Atlántida.

El avance de la plaga, descrito por técnicos como “una mancha viviente que se desplaza con el viento”, revela no solo un fenómeno biológico, sino una falla institucional en la respuesta del Estado.

A pesar de las fumigaciones que realiza el Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria (SENASA) y la Secretaría de Agricultura y Ganadería (SAG) con drones, la infestación no ha sido controlada.

De acuerdo con expertos en entomología consultados por El Comejamo, la estrategia gubernamental se ha concentrado en fumigar los enjambres visibles, sin atacar las zonas de reproducción, donde se concentran los huevos y las ninfas.

El doctor Ernesto Meza, entomólogo con especialización en plagas agrícolas, explicó que “las fumigaciones aéreas solo eliminan los adultos que vuelan, pero el verdadero corazón de la infestación está en el suelo, donde los huevos permanecen protegidos bajo la tierra húmeda”.

Otro especialista, el ingeniero agrónomo Héctor Aguilar, detalló que “la langosta centroamericana tiene un ciclo de vida de 3 a 4 meses, y cada hembra pone más de 80 huevos en el mismo lugar donde se alimentó. Si no se identifican los nidos, la plaga renace una y otra vez”.

Esa omisión, añaden los expertos, ha permitido que los enjambres maduren, migren y crucen la cordillera que separa el Aguán de la costa norte, extendiendo la devastación a nuevas zonas productivas.

En las planicies agrícolas de Olanchito, donde antes se veían alfombras verdes de pasto y maíz, hoy el suelo aparece gris y desnudo. Los productores de la zona aseguran que cada día pierden hectáreas de cultivo mientras esperan una respuesta que nunca llega.

“Nosotros avisamos, pero llegan con los drones cuando ya todo está comido”, lamenta un ganadero de la comunidad de Sab Patricio. “No buscan los nidos, no entran a los potreros; solo pasan rociando insecticida por arriba. Así no se puede controlar una plaga que nace desde abajo.”

La Federación Nacional de Agricultores y Ganaderos de Honduras (FENAGH) convocó este Miércoles a una reunión urgente en el Valle Arriba, a la que asistiran autoridades del gobierno central, la alcaldía de Olanchito y representantes de productores de Arenal y Olanchito, para buscar mecanismos inmediatos de contención.

El encuentro ocurre en un ambiente de preocupación generalizada: los brotes secundarios ya amenazan los potreros del litoral atlántico, donde las condiciones climáticas —lluvia intermitente, calor y humedad— favorecen el desarrollo de nuevas generaciones de langostas.

El ciclo de expansión de la langosta centroamericana es conocido y documentado desde hace décadas. La especie se multiplica en suelos arcillosos tras las lluvias, avanza en oleadas que cubren kilómetros por día y responde con rapidez a las variaciones del clima.

Sin embargo, la respuesta institucional ha sido tardía y fragmentada.

Los técnicos del SENASA han dependido de reportes ciudadanos pero no existen brigadas permanentes de campo para detectar huevos o ninfas, las fases más vulnerables del insecto.

“Se está combatiendo el síntoma, no la causa”, subraya el ingeniero Aguilar. “Si no se rompen los ciclos reproductivos, el Aguán será un criadero eterno de langostas.”

La expansión hacia La Masica marca un nuevo capítulo en esta crisis agrícola. Con la plaga desplazándose en dirección noroeste, los municipios de San Francisco, Tela y Arizona podrían ser los próximos en sufrir el impacto.

Las proyecciones de los expertos son claras: sin intervención terrestre, la langosta podría llegar al Valle de Sula antes de fin de año, afectando cultivos industriales como la caña y la palma africana.