La reciente denuncia de la presidenta Xiomara Castro en cadena nacional sobre un supuesto intento de golpe de Estado ha encendido el debate en Honduras. Sin embargo, más allá del impacto inicial, es importante cuestionar si realmente existen fundamentos que justifiquen estas afirmaciones o si, por el contrario, se trata de una estrategia política para desviar la atención de los escándalos que están debilitando al gobierno de Libre.
En este momento, el país enfrenta una creciente crisis de credibilidad en la cúpula del partido gobernante, debido a las acusaciones de corrupción y narcotráfico que han surgido en los últimos meses. Estos escándalos no solo han afectado a figuras clave del gobierno, sino que también han socavado gravemente la confianza del electorado. En este contexto, la posibilidad de que Libre vuelva a ganar la presidencia en las próximas elecciones parece cada vez más lejana.
La denuncia pública de un golpe de Estado parece más una medida desesperada que una alerta genuina. Históricamente, el recurso de señalar enemigos externos es una táctica utilizada por gobiernos que enfrentan una pérdida de apoyo popular y desean mantener la cohesión interna. En este caso, la idea de un golpe puede ser percibida como una maniobra para crear un clima de tensión y temor que permita consolidar el poder, al tiempo que se desvían las críticas hacia posibles conspiradores.
Sin embargo, lo que más preocupa es la posibilidad de que se esté fraguando un autogolpe, como ya ha ocurrido en otros contextos latinoamericanos. La insinuación de un golpe podría servir para justificar acciones autoritarias que restrinjan las libertades civiles y políticas, bajo el pretexto de “defender la democracia”. Este escenario, aunque inquietante, no puede descartarse en una situación donde el gobierno de Libre está cada vez más acorralado por las investigaciones y señalamientos públicos.
La realidad es que un golpe de Estado no solo es innecesario en este momento, sino que sería profundamente perjudicial para el país. Honduras ha avanzado en el fortalecimiento de sus instituciones democráticas, y la solución a los problemas de corrupción y falta de transparencia debe buscarse dentro del marco legal y constitucional. El pueblo hondureño no puede ser víctima de un nuevo ciclo de inestabilidad política provocado por quienes buscan evadir responsabilidades.
Es hora de que el gobierno de Libre asuma sus errores y rinda cuentas ante la justicia, en lugar de recurrir a narrativas alarmistas que solo buscan perpetuar su control. Solo con transparencia, integridad y un genuino compromiso con la democracia podrá Honduras superar esta crisis y construir un futuro más justo y equitativo para todos.
Al partido en el gobierno se le ha acabado la narrativa, insistir con una narco dictadura cuando sus propios familiares han sido señalados por lo que antes era para ellos era Ley de Dios, el pedido de extradición, ahora es lo más aberrante, haciendo todo lo contrario a lo que prometieron, golpearse el diente con la misma piedra, es algo que la dirigencia nacional de los gobernantes han tenido que aguantar.
Después de 12 años luchando por llegar al poder parece un circo que Libre haya pensado que la pelota jamás llegaría al campo contrario, hoy les toca defenderse boca abajo del monstruo que ellos mismos crearon.