LIBRE pone precio a la Alcaldía de Olanchito

Opiniones

En Olanchito ya no necesitamos elecciones, ni debates, ni urnas. Basta con que llegue un funcionario de SEDESOL —sudoroso, con papel en mano (aparentando ser una letrado) y sonrisa populista— a una reunión de activistas para sentenciar el futuro:

Traemos 100 millones en ayudas y con eso aseguramos la Alcaldía de Olanchito. A los nacionalistas y liberales les vamos a dar por último, y si es que sobra”.

¡Ah, qué alegría! El sufragio universal reducido a una fórmula matemática:

Ayuda social + propaganda partidaria = poder asegurado.

¿Para qué molestarse en hacer campaña, si el presupuesto del Estado ya viene etiquetado con nombre y apellido?

El asunto sería cómico si no fuera trágico. Pero en la Honduras del “cambio”, este tipo de declaraciones no son errores, sino el guion oficial de una obra teatral que lleva por título:

“Libre: del discurso ético al reparto clientelar”.

Y mientras la presidenta Xiomara Castro continúa hablando de transparencia con voz firme y mirada revolucionaria, sus propios funcionarios andan ofreciendo los recursos del pueblo como si fueran galletas en un mitin escolar.

Porque claro, cuando el dinero no es tuyo, lo regalás con gusto…
Y si es para asegurar alcaldías, ¡mejor todavía!

Este escándalo —porque eso es lo que es— exige más que un comunicado vacío o una tímida promesa de “investigación”.
La presidenta Castro tiene dos caminos:

• Actuar con coherencia y destituir inmediatamente al funcionario que convirtió una ayuda social en una amenaza electoral.

• O guardar silencio y pasar a la historia como la presidenta que se vistió de esperanza y terminó con los mismos vicios de siempre… pero con blusa blanca y pañuelo rojo-negro.

Porque ya basta de discursos bonitos. Si este gobierno realmente quiere ser diferente, que lo demuestre en los hechos. Y aquí hay uno clarito: un funcionario diciendo que las ayudas se reparten según afiliación política.

El pueblo de Olanchito, ese mismo que se levanta cada día a trabajar, merece respeto, no sobras. Los programas sociales son un derecho, no un premio de fidelidad partidaria.

Y si alguien cree que puede comprar la voluntad del pueblo con transferencias y promesas huecas, está subestimando no solo nuestra memoria, sino también nuestra dignidad.

Así que prepárense, porque si algo ha enseñado la historia de Honduras es que la gente aguanta, pero no olvida.

Y mientras algunos cuentan millones para ganar alcaldías, otros cuentan los días que les quedan en Casa Presidencial.
Porque al final, como dice el pueblo: “quien mucho promete, poco cumple… y si encima amenaza, peor termina”.


Nos leemos en las urnas.