En el vasto y surrealista universo de la política hondureña, siempre hay espacio para una nueva obra maestra de la ignorancia. Esta semana, el escenario fue tomado por Mariela Rodríguez, precandidata de la corriente “Somos +” de LIBRE, quien nos regaló una perla digna de inmortalizar: su propuesta de “no cantar la octava estrofa del Himno Nacional”.
¿Octava estrofa? Preguntarán los lectores, incrédulos. Sí, así como lo leen. Una octava estrofa que no existe, pero que, en la mente de Rodríguez, debe ser eliminada por decreto legislativo.
Ante un auditorio lleno de seguidores que aplaudían con entusiasmo digno de un documental de vida marina, Mariela lanzó su revolucionaria idea, demostrando que la ignorancia, cuando se mezcla con el poder, puede alcanzar nuevas cimas.
Por si esto no fuera suficiente, la precandidata decidió redoblar su apuesta y corrigió —por así decirlo— su “octava estrofa” con la séptima, que, según ella, deberíamos cantar “con poder”.
Lo irónico es que ni siquiera acertó en cuál es la séptima, dejando claro que su conocimiento del Himno Nacional es, cuanto menos, imaginativo.
El problema no es que confunda números o versos (todos tenemos días malos), sino que este espectáculo tragicómico evidencia el tipo de liderazgo que pretende dirigir los destinos del país. Un liderazgo que, a falta de propuestas concretas, opta por campañas basadas en desvaríos líricos y aplausos programados.
A los más patriotas, estas declaraciones les provocaron indignación; a los más cínicos, carcajadas. Porque, al final, ¿qué sería de Honduras sin estos momentos de surrealismo político que nos recuerdan que el sentido común no siempre es un requisito para aspirar al poder?
Por lo pronto, los votantes tienen una tarea clara: identificar quiénes saben al menos contar hasta siete y tomar decisiones informadas en las urnas. Porque si no, tal vez el próximo decreto legislativo nos prohíba cantar “Cinco ratones de colita gris” por razones de seguridad nacional.
Y así, en un país donde ya lo hemos visto todo, ahora también cantaremos… o no cantaremos, según el himno imaginario de Mariela Rodríguez.