Ministro de Seguridad se incomoda con la prensa y responde con enojo

Nacionales

Tegucigalpa, Honduras. Un momento tenso se vivió este lunes durante un evento oficial, cuando el ministro de Seguridad reaccionó con evidente molestia ante las preguntas de periodistas que cubrían una actividad, particularmente aquellas relacionadas con la violencia, las masacres y los recursos manejados por la Policía Nacional.

Visiblemente incómodo, el funcionario no ocultó su irritación y respondió en un tono elevado, especialmente cuando se le consultó sobre el equipo de fútbol de primera división que es propiedad de la Policía.

Como soy un oficial decente y profesional, conozco la ley, y donde me paro me van a respetar. No soy traquetero, no pago dinero, no pago machaca, no robo dinero ni el presupuesto”, expresó, en declaraciones que han generado amplio debate público por su tono y contenido.

Aunque admitió que el tema de las masacres “es una deuda pendiente” para la institución policial, intentó minimizar el impacto al afirmar que, pese a todo, los índices generales de violencia han disminuido.

Tenemos seis o siete muertes múltiples más que el año pasado, en el indicador de muertes violentas de mujeres hay una igualdad con el año anterior. Aun así, tenemos una reducción del 18 % en los índices violentos”, sostuvo.

El funcionario anunció que próximamente se convocará a la prensa para presentar un informe oficial con el detalle de las masacres que han sido esclarecidas y aquellas que continúan sin resolverse.

En otro momento de su intervención, el ministro hizo referencia directa al expresidente Juan Orlando Hernández, actualmente condenado por narcotráfico en EE. UU., y lo acusó de ser el arquitecto del narcoestado. “Hay mucha gente que lo extraña, eso es lo que sucede”, dijo, ante la consulta sobre el actual desbordamiento de la violencia en el país.

La reacción del ministro ha generado inquietud en el gremio periodístico, que reclama el derecho a preguntar sin ser descalificado o atacado. Cuestionar a los funcionarios no es una falta de respeto, es una obligación democrática. Las cifras deben ser contextualizadas, los logros explicados y los fracasos asumidos con responsabilidad institucional, no con soberbia.

El país necesita respuestas, no reacciones impulsivas. Si el Ministerio de Seguridad tiene avances reales, debe presentarlos con datos claros, y si hay errores, debe corregirlos con humildad, no con confrontación. Porque la transparencia no se impone, se ejerce.

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