En una jugada que muchos califican como desesperada, el partido de gobierno, LIBRE, ha lanzado su nueva campaña electoral con el eslogan “No somos iguales”. Lo dicen con tono solemne, voz firme y banderas al viento, mientras atrás, el ventilador de escándalos salpica hasta a los más devotos del partido rojinegro.

¿No son iguales a quién? ¿A los mismos diputados de LIBRE que han exprimido los fondos de SEDESOL, FHIS, SIT y otras instituciones públicas como si fueran piñatas institucionales? ¿O no son iguales al hermano incómodo de Mel Zelaya, ese que apareció en un video pidiendo dinero —sin sonrojarse— para financiar la campaña de la presidenta Xiomara Castro?
Curiosamente, mientras el ciudadano común se indigna, ese mismo personaje sigue apareciendo sonriente en los eventos de Rixi Moncada, candidata presidencial del oficialismo.
Y aunque el pueblo grita justicia, en las filas de LIBRE se predica una justicia “selectiva y militante”, como si el Código Penal tuviera edición especial para simpatizantes.
“No somos iguales”, insisten los voceros de LIBRE, mientras colocan en sus listas a los beneficiarios del famoso pacto de impunidad. ¿Será que se referían a que ahora son peores? ¿O a que aprendieron bien las mañas del pasado y decidieron profesionalizar la hipocresía política?
Los mismos que dijeron venir a limpiar la casa, terminaron repartiéndose los sillones, la vajilla y hasta el trapeador. Y ahora, en medio del clamor popular, quieren convencernos de que representan algo nuevo, cuando lo único nuevo son las excusas con las que intentan tapar los desmanes.
Desde El Comejamo lo decimos claro: el pueblo ya no come cuento. La “nueva política” que prometieron terminó siendo una vieja receta con ingredientes reciclados y un chef más cínico. “La victoria es RIXI”, corean… pero la derrota, si el pueblo tiene memoria, será del engaño.
Porque si algo ha quedado claro es que la verdadera diferencia entre los de antes y los de ahora, es que estos no aprendieron ni de sus errores… ni de los errores ajenos.