En Corto…

Opiniones

Bienvenidos a la columna más chismosa, pícara y descaradamente realista de la semana

Aquí no nos andamos con rodeos ni palabras bonitas. Si hay algo que esta democracia electorera nos ha enseñado, es que en la política hondureña todo puede pasar… y pasa. En esta edición traemos lo mejor del show electoral: desde los políticos que reparten cupones de supermercado vencidos, hasta los regidores que confunden una campaña con una pelea callejera.

Y claro, no podían faltar los “fieles” que con Biblia en mano compiten a ver quién grita más fuerte, porque la fe también tiene niveles de volumen.

Así que prepárese, póngase cómodo y disfrute de este desfile de ocurrencias donde el poder es un tamal que todos quieren probar, la memoria política es más selectiva que una dieta y las promesas se reparten como volantes de circo. ¡sigan bajando, que esto apenas comienza!

Democracia al 2×1: votos, cupones y engaños

Las elecciones internas en Olanchito parecieron más un mercadito de ofertas que un proceso democrático. Miembros de mesa sacados a patadas de los centros de votación, otros olvidados y otros que ni agua les llevaron, ciudadanos ilusionados con cupones de supermercado fantasmas y boletos de BANASUPRO… que, sorpresa, ¡vencieron en enero! Parece que los políticos han perfeccionado el arte de la estafa electoral con promociones engañosas: “Vote aquí y reciba su decepción gratis”.

No sean bárbaros, señores políticos. Con tal de rascar votos, ya solo les falta prometer pasajes al cielo con garantía de San Pedro. Pero al final, los engañados son siempre los mismos, y los que se repiten el plato… también. ¡Qué creatividad para el chanchullo, lástima que no la usen para gobernar!

¡El candidato y su “saya” de guerrero!

En plena jornada electoral, un candidato de LIBRE decidió que la mejor forma de celebrar la democracia era protagonizando un duelo verbal (y casi físico) lo malo que con una dama. Tal parece que a nuestro ilustre “caballero” le gusta el “ring” político, pero con un giro curioso: su especialidad son las peleas contra mujeres. Ya es la segunda vez que se enfrasca en una disputa con una dama, recordando aquel episodio con la diputada Sequeira, quien lo dejó pidiendo cacao en los tribunales.

Lo cierto es que, con cada nueva controversia, el candidato de Libre sigue demostrando que su verdadera vocación es el insulto hacia las damas y su falta de humildad, que alguien le de clases de humildad a ese “caballero” que quiere ser segundo en la administración del pueblo.

Los cachos, la rebeldía y el tamal político

Mientras en Olanchito todos bien portaditos siguieron las órdenes de “Papi”, en otros municipios la cosa se puso más sabrosa que un buen Jamo en coco. Tres diputados se llevaron la votación como quien se embolsa un vuelto y dejaron al resto viendo para el techo. ¡Aquí no hubo disciplina, solo astucia y cálculo! Al final, el “papi-mandato” no pesó tanto como el hambre de poder.

Dicen que un tamal no se come solo… y estos jóvenes políticos ya le están agarrando el gustito a las recetas de la vieja escuela. ¿Será que les pasará factura más adelante o que ya aprendieron el arte de las triquiñuelas antes de tiempo? Valga usted a saber, pero por ahora, ellos ya tienen su tajada bien servida.

Política, memoria selectiva y bendiciones bíblicas

En pleno centro de votación, un político sacó su versión de “Yo te di de comer” y le recordó a la madre de otra política aquellos tiempos en que su familia no tenía ni para la sal… pero gracias a la generosidad de su papá, no pasaron hambre. ¡Qué conmovedor! Aunque, claro, nada de esto fue un acto de humildad cristiana, sino una joyita más de la política local, donde la caridad se cobra con votos y la generosidad se convierte en munición de campaña.

Qué triste ver que en estas internas el hambre no es de justicia, sino de poder. Ya no se trata de propuestas ni de servicio público, sino de facturas pendientes y favores convertidos en chantajes. Como diría la Biblia: “Que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha”, pero aquí ambas manos están bien enteradas… y listas para pelear por la silla del poder. ¡Que Cristo los agarre confesados!

Que falta de respeto…

Y como aquí no se nos salva nadie, la devoción se convirtió en competencia de decibeles. El miércoles de ceniza, mientras los fieles católicos intentaban recogerse en oración, una iglesia evangélica decidió que era el momento perfecto para hacer sentir su presencia… con unos tremendos parlantes dignos de carnaval. No se sabe si querían evangelizar a la fuerza o simplemente demostrar quién tenía el mejor equipo de sonido, pero lo cierto es que no dejaron escuchar ni el repique de la campana.

Uno se pregunta si al final de cuentas no es el mismo Dios al que alaban, porque con semejante demostración pareciera que estaban en un combate celestial a ver quién se llevaba más almas por decibeles. Si la fe mueve montañas, al menos esta vez movió tímpanos y paciencia.