Olanchito, Yoro – Junto a sus pocas pertenencias —un palo que usaba como bastón, algunas bolsas de plástico, y sus viejos zapatos abandonados a escasos metros de su cuerpo— fue encontrado sin vida un anciano en un potrero de la colonia SITRABARIMASA, al sur de la ciudad de Olanchito.

Desnudo, sin abrigo ni compañía, así terminó sus días quien en el pasado tuvo infancia, juventud y, seguramente, momentos de claridad en un mundo que terminó por darle la espalda.
Su muerte, tan silenciosa y cruel como su aparente vida, estremeció a los vecinos del sector, que lo conocían de vista, vagando sin rumbo por las calles.
“Era un señor que andaba por ahí desde hace años. Tenía problemas mentales, no molestaba a nadie”, comentó un residente del lugar. Nadie supo su nombre. Solo era “el viejito”, uno más entre tantos invisibles que deambulan esperando que alguien les mire con humanidad.

Sus últimos minutos los vivió tal como fueron sus últimos días: a la intemperie, sin protección, sin atención médica, sin una familia que lo buscara, sin una mano amiga. Las causas de su muerte aún no han sido establecidas, pero lo que está claro es que murió en el más cruel de los abandonos.
Las autoridades llegaron al sitio a realizar el levantamiento del cuerpo. No portaba identificación. Solo quedó su bastón, testigo mudo de una vida que se fue apagando lentamente, en medio del silencio social que muchas veces sepulta en vida a los más vulnerables.
Hoy su historia duele. Porque en cada esquina hay alguien que camina solo, como él. Porque su muerte nos recuerda que la indiferencia también mata. Y porque ningún ser humano debería morir así: solo, desnudo, invisible.

La colonia SITRABARIMASA será, por ahora, el último capítulo de un hombre que caminó sin nombre entre nosotros… y que hoy merece, al menos, no ser olvidado.