Si alguien se pregunta hoy en Honduras quién gobierna, la respuesta parece haberse vuelto un chiste de mal gusto: ¡los colectivos de LIBRE! Porque, mientras la Constitución aún reconoce la autoridad de las instituciones, en la práctica el poder se mide por quién puede boicotear impunemente una sesión del Congreso, paralizar un proceso electoral, o aplazar a gritos e insultos una comparecencia pública… y eso no lo hacen ni los diputados, ni los ministros: lo hacen los colectivos.

Este lunes los hondureños vimos, una vez más, cómo un grupo de activistas —autoproclamados defensores del pueblo— logró frenar el proceso de recepción de ofertas del TREP, ese sistema de transmisión de resultados que debería garantizar transparencia en las elecciones. ¿Y qué pasó? Nada. Ni un arresto. Ni una reprimenda. Ni siquiera una conferencia de prensa para justificar la omisión. Las fuerzas del orden, bien gracias. Quizá tomando café… o esperando instrucciones.
Pero si creían que eso era todo, el martes se superaron. En pleno Congreso Nacional, durante la comparecencia de las representantes del CNE, los colectivos de Libre, acompañados por sus diputados (porque esto ya es una operación conjunta), convirtieron el hemiciclo en una gallera.
Golpes, insultos, empujones y un griterío digno de mercado público en día de rebaja. Lo único que no voló fueron las urnas… porque no era día de elecciones.
Y aquí viene la pregunta clave: ¿dónde están las autoridades? ¿Dónde está el ministro de Seguridad? ¿Y la Policía Nacional? ¿Y la Fiscalía? ¿O es que también están esperando que el manual de impunidad partidaria les diga cuándo actuar?
La presidenta Xiomara Castro, que en campaña prometía orden, transparencia y respeto a las instituciones, ahora guarda un silencio tan ensordecedor que bien podría ser parte del problema. Porque si los colectivos hacen y deshacen sin consecuencia, es porque alguien desde arriba se los permite.
Este editorial no es solo un comentario. Es un grito de advertencia. Si no se controla este caos orquestado con camisetas rojas y consignas recicladas, el próximo proceso electoral no será solo una farsa: será un circo con payasos armados y democracia secuestrada.
¡Ya basta de callar! Porque mientras el pueblo espera orden y justicia, los colectivos de Libre ya montaron su propio tribunal… sin leyes, sin reglas y, por supuesto, sin consecuencias.
¿Quién manda en Honduras? Pregunta retórica. Pero cada día es más claro que, si no reaccionamos, serán los colectivos quienes escriban la próxima Constitución… a garrotazo limpio.