El partido que disputaron Colombia y Venezuela este jueves en Barranquilla, por la primera fecha de las eliminatorias sudamericanas al Mundial de 2026, tuvo todos los ingredientes de las primeras citas: mucho nerviosismo, poca claridad (en el caso de Colombia, para encontrar la forma de plasmar en el terreno la idea de juego del seleccionador Néstor Lorenzo), escasa compenetración y varias equivocaciones que se pudieron pagar caro. Pero los cafeteros tenían enfrente a Venezuela, la única selección de Conmebol que todavía no ha podido asistir a un Mundial y que demostró que aún le falta mucho para dar ese paso.
Colombia tenía una deuda consigo misma. La selección quedó afuera de la última Copa del Mundo por errores propios. La falta de gol ––encadenó siete partidos sin anotar en el camino a Qatar 2022–– condenó a sus muy buenos futbolistas a mirar el Mundial por televisión. Quizás por eso Lorenzo no quiso perder tiempo. Después de una primera parte en la que Venezuela desperdició dos ocasiones claras para adelantarse, el técnico argentino sustituyó a Cuadrado por Carrascal. La primera pelota que tocó el jugador del Dinamo Moscú encontró a Arias desmarcado en la banda. Con los defensores venezolanos desatentos y retrocediendo a toda velocidad para enmendar sus errores, el pase del delantero del Fluminense terminó con un cabezazo al fondo del arco de Rafael Santos Borré. Apenas había pasado un minuto del segundo tiempo. Con ese solitario gol le bastó.
A partir de entonces, los cafeteros dominaron el juego a placer. Carrascal se compenetró mejor con sus compañeros y Luis Díaz, el punzante extremo del Liverpool, encontró espacios en la banda. Si Venezuela no se llevó más goles de su visita a Barranquilla fue gracias a los fallos de los delanteros colombianos. La Vinotinto pareció haber olvidado en el camerino toda la concentración y el plan que había diseñado para, a partir de una defensa sólida y transiciones rápidas en el ataque, al menos rescatar un punto en su visita al estadio Metropolitano. La derrota ya es un lugar común para el equipo venezolano: desde el premundial de Francia 98, la Vinotinto apenas ha podido ganar un partido en su debut en eliminatorias mundialistas y ha perdido los restantes siete.