Valle del Aguán, Colón – Colón, tierra fértil y cuna de históricas luchas sociales, se ha convertido en una paradoja nacional: un departamento donde el partido en el poder, Libertad y Refundación (LIBRE), ostenta una de sus bases políticas más sólidas, pero al mismo tiempo, es uno de los más olvidados por la gestión gubernamental.

A lo largo del Valle del Aguán, donde floreció la reforma agraria y se libraron cruentas batallas por la tierra, hoy imperan las carreteras destruidas, los hospitales sin medicamentos, los ríos desbordados sin mitigación, y una crisis energética que paraliza el desarrollo.
Y sin embargo, LIBRE continúa fortaleciéndose electoralmente en una tierra donde sus habitantes transitan entre el polvo, el lodo y la frustración.
Recorrer la CA-13 entre Sonaguera, Saba, Tocoa y Trujillo es más una prueba de resistencia que un trayecto vehicular. “No hay cómo llegar sin que el carro sufra una avería. Cada bache es un golpe al motor… y al alma”, se lamenta don Enrique Castillo, transportista de Sabá.

No se trata solo de la ruta principal; los caminos secundarios hacia aldeas productivas están completamente intransitables.
Pese a las reiteradas promesas desde Casa Presidencial y el Congreso Nacional, el asfaltado sigue siendo un espejismo, y los bacheos, una historia mal contada.
El hospital Salvador Paredes de Trujillo y el San Isidro de Tocoa, los principales centros asistenciales de la zona, siguen reportando escasez de insumos médicos, personal y equipos. Mientras tanto, los apagones son pan de cada día, afectando desde hogares hasta sistemas de riego y procesamiento agrícola.
Colon es uno de los departamentos más productivos de la región norte, rico en palma africana, cacao, banano, leche y ganado. Pero ¿cómo despegar sin energía confiable ni carreteras funcionales?
Pese al abandono institucional evidente, LIBRE conserva su hegemonía política. El partido fundado por el expresidente Manuel Zelaya ha capitalizado históricamente las luchas del movimiento campesino y el descontento con los gobiernos anteriores.
Las bases populares aún lo ven como un canal de esperanza, aunque las promesas se vayan diluyendo con el tiempo.
“No es que estemos contentos, pero los otros partidos ya nos fallaron antes. Al menos con LIBRE tenemos voz… aunque falta voluntad de escucha”, comenta Gloria Méndez, lideresa comunitaria de Bonito Oriental.
La pregunta sigue flotando en el aire: ¿por qué la presidenta Xiomara Castro le ha dado la espalda a un departamento que tanto ha aportado a su partido? Analistas políticos señalan una desconexión creciente entre las decisiones centrales del gobierno y las verdaderas necesidades de las bases.
“La descentralización del discurso no ha sido acompañada de inversión ni de acción. Colón no necesita más discursos, necesita maquinaria, inversión y compromiso”, señala Rafael Cálix.
El panorama es desolador: las luchas sociales se desdibujan entre la pobreza estructural, las promesas incumplidas y la ausencia de obras estratégicas. Colón pareciera destinado a ser un eterno campo de batalla electoral, donde las banderas ondean más alto que el progreso, y donde la lealtad política se intercambia por el olvido institucional.
El desafío es claro: que el gobierno mire hacia Colón, no como bastión electoral, sino como el corazón productivo que necesita inversión urgente. Porque si no se actúa pronto, ni la paciencia del pueblo ni la fuerza de las consignas podrán sostener el peso del abandono.